martes, 26 de julio de 2011

El argumento central del libro

En el mundo contemporáneo la división entre izquierda y derecha se ha vuelto bastante difusa y confusa, dando paso a una nueva dicotomía política: construccionismo versus autonomismo.  La idea fundamental del construccionismo es que se puede arreglar la sociedad “desde arriba”, que el poder del Estado puede construir (de ahí el nombre) una colectividad más próspera y más  justa, inclusive un nuevo “paraíso terrenal”.  La confusión entre derecha e izquierda radica precisamente en que el construccionismo es atribuible tanto a la izquierda como a la derecha.  El extremo construccionista de izquierda fue el experimento en la Unión Soviética que hasta pretendió la creación de un hombre nuevo.  El de derecha fue el nazismo y la construcción de una sociedad aria.

En el autonomismo la idea fundamental es que la sociedad se puede arreglar “desde abajo”.  Los hombres van descubriendo voluntariamente soluciones y arreglos colectivos espontáneos que permiten que cada persona emplee los medios necesarios para satisfacer sus necesidades y deseos.  No conozco de ningún sistema totalmente autonómico, pero sobran los ejemplos en los que los individuos han descubierto arreglos espontáneos para mejorar su calidad de vida.  Un ejemplo de arreglos colectivos voluntarios es la minga.

Mi crítica es al construccionismo, es decir, a la intervención del Gobierno para “arreglar” la sociedad.  Desde hace varias décadas, la concepción construccionista ha ido ganando adeptos y a través de gobiernos conservadores, dictatoriales, reformadores, socialdemócratas, populistas, se han impuesto políticas públicas cada vez más intervencionistas y que han llevado al Ecuador a caer en manos del gobierno de Rafael Correa.  Es que el construccionismo, como arguyo en este libro, inexorablemente desemboca en despotismos o autoritarismos.

No pretendo juzgar a Rafael Correa como persona.  Bastante y mejor lo hacen otros.  Mi propósito es analizar su proyecto político.  Un proyecto político evidentemente construccionista.  Hay que advertir que en la ejecución de este proyecto se pretende hacer lo que la gente desea, pero como se trata de imposiciones –no de arreglos voluntarios– el resultado es una dictadura plebiscitaria, o dictadura de las mayorías.

En este libro, busco demostrar que el proyecto político socialista[i], como el que se ha pretendido imponer en el Ecuador, tanto en su forma conceptual como en su forma operativa, está condenado a fracasar porque lleva en sí mismo las semillas de su destrucción.  ¿Cuáles son las semillas?  En el libro expongo algunas de ellas pero son básicamente dos.  La primera radica en el grado de utilización del poder.  La segunda es la disponibilidad de utilizar recursos ajenos.

La utilización del poder para cambiar la sociedad es camino al despotismo


Cuando se piensa arreglar la sociedad “desde arriba” se necesita poder.  Y mientras más se ahonde en esta presunción construccionista más poder se necesita. En otras palabras, mientras más se profundo sea el afán de “cambiar  la sociedad” mayor el grado de autoritarismo. 

El construccionismo fue consagrado en la Constitución de Montecristi: concentra  poder en el ejecutivo.  Aunque también parece que se quiere limitarlo al consagrar innumerables “derechos”, lamentablemente no se establecen mecanismos claros con los cuales los individuos pueden ejercer sus derechos y limitar el poder del gobierno.  Esta contradicción es la que lleva al fracaso del proyecto en materia política.  Los cambios a la revocatoria de mandato son ejemplos claros de las falencias constitucionales.

La centralización del poder fue consagrada en Montecristi y abre el camino hacia el autoritarismo.  Si a esto se añade una personalidad como la de Correa, la conclusión es evidente: El proyecto político no tiene otro final que el despotismo.  Y el despotismo no es sempiterno, tarde o temprano los individuos buscan la libertad.

Si no existe un marco institucional que limite el poder, seguiremos cayendo en la trampa de los gobernantes que se convierten en tiranos, en leyes que abruman, en tributos que estrangulan, en regulaciones que incentivan la informalidad, el irrespeto a la ley y, lo que es peor, dan cabida a la corrupción, a la inseguridad personal y a la pobreza.

El manejo de recursos ajenos conlleva ineficiencia y malversación de los fondos de todos


La segunda semilla de su eventual fracaso estriba en que los gobernantes disponen de recursos que no son propios.  Varios refranes populares ilustran el problema:

 ·         El que parte y reparte se queda con la mejor parte.

·         Lo que no nos cuesta, hagámoslo fiesta.

·         Cuando hay torta ajena gratis, no faltan los comensales.

·         Es fácil ser socialista con la plata ajena.

       En realidad los problemas que se originan por esta causa se empeoran con un mayor ejercicio del poder.  Mientras más poder tienen los gobernantes más profundos y extensos el malgasto público, el derroche y malversación de fondos y más intensa y ubicua la corrupción.  Las limitaciones al poder deben tener sistemas de rendimiento de cuentas (contraloría y fiscalización por la función legislativa) y una clara independencia del sistema judicial.

Los indicios de la descomposición del sistema, después de más de cuatro años de Gobierno, es cada vez más notable.  El desempleo, la delincuencia y la corrupción se han exacerbado, a pesar de los ingentes recursos de los que ha dispuesto el Gobierno.  Invito al lector a revisar el apéndice (elaborado por el Ing. Jaime Brito) en donde se compendian las acciones del gobierno y el fracaso de dichas acciones.  Este compendio se hizo a finales de febrero de este año, pero desde entonces acá se han multiplicado y seguirán multiplicándose porque el marco conceptual sobre el que descansa el gobierno no es sustentable y por ello está condenado a fracasar.









[i] Socialista porque su mensaje principal es la “construcción” de una sociedad más equitativa.

miércoles, 2 de marzo de 2011

INTRODUCCIÓN

Este blog está dedicado a comentar sobre el libro: DESAHUCIO DE UN PROYECTO POLÍTICO o sobre el tema del libro

E
n 2006, el pueblo ecuatoriano, hastiado principalmente[1] de la ineficiencia y corrupción de la clase política conocida como “partidocracia” buscó un cambio profundo de sus instituciones.  La promesa de cambio encontró en Rafael Correa Delgado y en su movimiento político a sus mejores exponentes.  Con Correa y Alianza País[2] nacería lo que proclaman a diario: la Revolución Ciudadana y un proyecto político que busca implantar el socialismo del siglo XXI[3]. 
El propósito de este libro no es juzgar a Rafael Correa como persona.  Bastante y mejor lo hacen otros.  Mi propósito es analizar su proyecto político.  Aunque hay quienes afirman no saber exactamente en qué consiste éste, está bastante claro que se trata de un socialismo bastante tradicional con los siguientes ingredientes:
1.      Mayor intervención del Gobierno en las actividades de los ciudadanos, no sólo en lo económico, sino también en la educación, la salud, los gobiernos seccionales y otros.  El intervencionismo se consagró en la Constitución de Montecristi, y esto lo estamos viviendo con las leyes que se están impulsando y se impulsarán en la Asamblea; por ejemplo: la Ley de Comunicación, la Ley de Aguas, la Ley de Educación Superior, etc. 
2.      Planificación estatal.  Fue institucionalizada en la Secretaría de Planificación Estatal (SENPLADES).  Este componente se deriva del anterior, porque si el Estado va a intervenir, se piensa hacerlo con un plan expresamente delineado adónde se quiere ir y cómo.  Esto está muy claro en el Código de Planificación y Finanzas Públicas.  También, con este propósito, se ha reformado el sistema arancelario y se ha emitido un Código de la Producción para orientar la economía según los objetivos del Gobierno. 
3.      Políticas de redistribución de la riqueza.  Estas consisten en: (a) Utilización del Erario para, mediante créditos, contratos, subsidios, promover el mejoramiento de los más necesitados, v.g. el bono de la vivienda y el bono solidario.  (b) Aumento del gasto social, esto es, en educación, salud, infraestructura (carreteras, puentes, puertos).
4.      Sistema tributario progresivo.  Van como tres las reformas tributarias con el propósito de recaudar más y de que los que más ganen, más paguen.  Carlos Marx Carrasco y el Sistema de Rentas Internas (SRI) han cumplido su papel a cabalidad. 
5.      Democracia participativa.  Quizás esto sea el ingrediente más significativo del proyecto político, pues se la consagró en Montecristi y se ha institucionalizado con la creación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), o Quinto Poder, y con la posibilidad de revocatoria de mandato.
Califico este proyecto político como “socialista”, aunque muchas voces de la izquierda afirman que no lo es.  Pero, como dice el refrán: a admisión de parte, relevo de pruebas.  Correa, Hugo Chávez y Evo Morales se autocalifican de “socialistas”, y por eso dejo a los que antes fueran sus allegados (como Alberto Acosta o los líderes indígenas) que expliquen cuándo y cómo Correa ha dejado de serlo.  De igual manera, corresponde a otros demostrar que es un Gobierno populista, o (como sostiene Fabricio Correa, el hermano mayor del Presidente) que se está buscando implantar el comunismo, porque como exhorta Vivanco (ibid)—, “los que utilizan el nombre de socialismo para actuar en política” están obligados a difundir de manera profunda lo que es en verdad el socialismo.
Es más, sostiene Jorge Oviedo Rueda (2010) que no hay diferencias ideológicas ni programáticas entre Correa y Acosta.  Ellos juntos concibieron el proyecto y aunque existen distintas versiones del reformismo otro epíteto para el socialismola única oposición al Gobierno de Alianza País proviene de la izquierda radical. 
Conocidas personas de izquierda, como León Roldós o Martha Roldós, o periodistas como Jorge Vivanco o el mismo Emilio Palacio no tienen nada que añadir a la esencia reformista del proyecto de Correa.  Lo que parece no agradar a los socialistasauténticos” o socialdemócratas es la manera en la que se va ejecutando el proyecto.  También es importante anotar que es la aplicación del proyecto la que mantiene supuestamente a muchos “moderados” y “demócratas auténticos” dentro de la administración, a pesar de las desavenencias que puedan tener con Correa.
En este libro, busco demostrar que el proyecto político socialista, como el que se ha pretendido imponer en el Ecuador, tanto en su forma conceptual como en su forma operativa, está condenado a fracasar porque lleva en sí mismo las semillas de su destrucción. 
No tengo interés de convencer a nadie porque quien lee el libro, sobre todo la parte del orden espontáneo, comprenderá que las raíces de nuestros problemas están en nuestra cultura, en nuestras ideas, en nuestras creencias, en otras palabras, en nuestra ideología.  La estructura socio-económico-política del el Ecuador es el resultado de un orden extremadamente fluido y acomodaticio que se repite en la historia una y otra vez y avanza muy, pero muy, lentamente.  Es más, sostengo que el cambio radical y “desde arriba” es infructuoso.  El sistema económico-político-social no se cambia con Constituciones ni leyes más o menos emitidas entre gallos y medianoche y, si cambia, es hacia lo peor, como en el caso de Cuba.  Los cambios verdaderamente perdurables y benéficos ocurren cuando hay consensos, tolerancia, respeto a las opiniones de otros, es decir, sólo desde abajo surgen los arreglos colectivos, las reglas y las instituciones que generan progreso.
De igual manera, el lector se dará cuenta de que mi crítica es al construccionismo, es decir, a la intervención del Gobierno para “arreglar” la sociedad.  El intervencionismo no es atribuible sólo a la izquierda, sino también a la derecha.  Pero como el proyecto político reinante dice ser “socialista”, enfoco mis críticas y pronósticos a los que proclaman a diario “ser de izquierda”, como que esa proclama los levantara a un plano moral más alto, sin comprender que muchas de sus ideas y políticas tienen consecuencias éticas de mal calibre.
Me abstengo de hacer recomendaciones particulares; sin embargo, es fácil reconocer que la crítica al intervencionismo estatal obligadamente conlleva la exhortación de que un Gobierno mínimo es preferible.  El uso del poder lleva al abuso, por lo cual lo recomendable es limitarlo, justo lo contrario de lo que se hizo en Montecristi.  Dejo a la imaginación del lector, a sus conocimientos e intuiciones esta inquietud: si no se limita el poder, seguiremos cayendo en la trampa de los gobernantes que se convierten en tiranos, en leyes que abruman, en tributos que estrangulan, en regulaciones que incentivan la informalidad, el irrespeto a la ley y, lo que es peor, dan cabida a la corrupción, a la inseguridad personal y a la pobreza.

·         El socialismo del siglo XX y el socialismo del siglo XXI tienen un mismo final: el fracaso.
·         El que parte y reparte se queda con la mejor parte.
·         Lo que no nos cuesta, hagámoslo fiesta.
·         Cuando hay torta ajena gratis, no faltan los comensales.
·         Es fácil ser socialista con la plata ajena.

Estas perlas de pensamiento deberían ser suficientes para explicar el título y el tema de este libro.  Un desahucio ocurre cuando una enfermedad ha avanzado tanto que el tiempo que queda de vida a un paciente es muy poco.  Por ello: (1) examino las causas del fracaso de los modelos intervencionistas y (2) analizo los resultados del proyecto político de la Revolución Ciudadana.  En otras palabras, después de cuatro años de Gobierno, la descomposición del sistema es cada vez más notable.  El desempleo, la delincuencia y la corrupción se han exacerbado, a pesar de los ingentes recursos de los que ha dispuesto el Gobierno.
El libro está dividido en cinco capítulos.  En el primero, describo el proceso histórico que hemos recorrido y devenido en el Gobierno de Rafael Correa y de su movimiento, Alianza País.  El segundo analiza las razones del porqué ha cuajado entre una mayoría de la población un proyecto político como el del socialismo.  El tercero explica por qué el intervencionismo del Gobierno, aún cuando podría ser bienintencionado como el “socialismo”, está condenado a fracasar.  En el cuarto, reseño cómo las semillas del intervencionismo dan sus “frutos” en despilfarro, incertidumbre, desempleo y corrupción.  En el quinto, se resumen los argumentos del porqué el proyecto político de Alianza País está desahuciado porque los “remedios” fueron peor que las “enfermedades”.  Finalmente, Jaime Brito elaboró unos cuadros que resumen los resultados negativos de las acciones y políticas aplicadas por el Gobierno de Rafael Correa incluidos en los Anexos.  Estos cuadros permiten que el lector tenga a la mano las causas y los efectos de tener un Gobierno acorde con los dictados del socialismo del siglo XXI.

Febrero 2011




[1] Digo “principalmente” porque las razones más importantes para el derrocamiento de Gutiérrez fueron de orden político más que económico.  No obstante, no se puede negar que la democracia ecuatoriana estaba en deuda con el pueblo

[2] El movimiento Patria Altiva i Soberana (PAÍS) unificó a grupos sociales, a partidos políticos de izquierda, como el comunista Movimiento Democrático Popular (MPD), el Partido Socialista y otros de tendencia socialista.

[3] Según Jorge Vivanco (2010), “el socialismo no necesita calificativos de ninguna naturaleza, ni ser ubicado en ninguna etapa de la historia porque es una idea universal”.  Lamentablemente, Vivanco se limita a explicar lo que no es el socialismo (no es autoritarismo, no es populismo, no es paternalismo, no es asistencialismo, no es demagogia, no es aislacionismo), pero no dice qué es socialismo. 

Desahucio de un proyecto politico

El porqué del fracaso del socialismo siglo XXI